El mundo del cine más que muchos otros, tiene su Olimpo de dioses, venerados y recordados hasta la inmortalidad por millones de personas que a lo largo del tiempo reconocen su trabajo artístico, tanto en la interpretación como en la dirección pero son muy pocos los productores conocidos por el gran público. Val Lewton es uno de esas personalidades donde su diligencia como empleado de las grandes productoras principalmente la RKO le llevó a sacar adelante películas con un presupuesto limitado y además dentro de un género concreto.
Lewton curtido en el encargo de pequeñas novelas por entregas en la década de los treinta fue plasmando su particular gusto por la intriga oscura. Pronto empezó a colaborar en la confección de guiones y a desarrollar una particular maestría fílmica, de lo cual se dieron cuenta los dirigentes de la industria del hollywood de entonces. Sorteando la imposición de equipos técnicos y la incomprensión de cómo trabajar los guiones, y con planteamientos propios en continua puesta en duda, Val Lewton fue rentable en la mayoría de sus propuestas y fue tratado de desigual forma en las cintas en las que las cuentas no cuadraban. Siendo un empleado ejemplar, tuvo sin embargo un gran número de trabas para ascender hacia la independencia que su talento exigía. Por otro lado tanto los directores como actores con los que trabajo reconocieron sus cualidades, y modesta perseverancia como fue el caso de Boris Karloff, el cual valoro como esencial, la participación de producción de Lewton para involucrarse en el proyecto. No hay que ver más que películas como el ladrón de cadáveres, para entender que cuando hay un entendimiento y buena sintonía el resultado es excepcional.
Lewton murió a los cuarenta y seis años envejecido tras una década de continua exigencia y con una entendible frustración al no haber podido obtener unas películas donde su huella destacará por encima de las circunstancias del negocio. Con todo y con esto dejo perlas, como, La mujer pantera, Yo anduve con un zombie, o Bedlam entre otras. Para ser considerado un trabajador secundario en un genero denominado de serie B no esta nada mal. Desde aquí reivindicamos su figura y su obra.
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